Marzo 2010 Martes 23

Publicado en por La Comunidad de Bea

Martes, 23 de Marzo Martes, 23 de Marzo

 

 

Buenos dias a todos.

Ayer me ocurrió algo que casi raya lo absurdo. No por la situación en sí, sino por la reacción que tuve.

Fuí a poner gasolina a mi coche.

Por alguna razón que desconozco, ese dia, uno de los empleados estaba sirviendo el combustible.

Parece mentira que a la que nos acostumbramos a algo y de repente la situación cambia, ya no sabemos como actuar.

Mientras el chico me pedía la llave, abría la puertecita del depósito e introducía la manguera con diligencia, yo no podía parar quieta.

No sabía donde mirar, qué decir, si quedarme allí o ir a dar una vuelta... 

No estoy acostumbrada a que el empleado de la estación de servicio me sirva (valga la, no la redundancia, sino la ironía).

Hace demasiado tiempo que las gasolineras son auto-servicio y ya ni recuerdo esa época en la que ni bajábamos del coche y entregábamos con glamour la llave al encargado de la gasolinera.

Cuando yo era pequeña, observava desde el asiento trasero toda la coreografia.


El empleado de turno cogia las llaves que mi padre le entregaba, llenaba el depósito de combustible, al finalizar le indicaba el importe y mi padre sin bajarse del coche le daba el dinero y adios muy buenas.


Ahora, mis hijos, desde el asiento trasero, observan como yo bajo del vehículo, me dirijo a la tienda de la estación de servicio para indicarle al empleado que está tranquilamente sentado detrás del mostrador que ponga en marcha el surtidor cuyo número me he tenido que aprender de memoria antes.

Vuelvo al coche, abro la puerta del combustible, descuelgo la manguera, lleno el depósito, cuelgo la manguera, cierro la puertecita, cojo mi monedero, me dirijo de nuevo a la tienda y pago el importe señalado en la máquina que también he tenido que memorizar por si acaso.

El empleado, no ha movido ni un solo músculo de su cuerpo y me espera ricamente sentado en la misma posición de antes.

A veces creo ver a sus hijos sentados detrás observándolo todo. El mundo al revés.

No es de extrañar que ayer no pudiera estarme quieta mientras alguien realizaba todo ese trabajo por mí.

La inactividad me mantenía frenética y no podía salir de mi asombro.

Como cambian las cosas y como cambiamos nosotros con ellas.

Un beso a todos

IBEL

 

 

 

 

 

Etiquetado en Buenos dias Comunidad

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